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UN NUEVO CONCEPTO DE TUPPER SEX
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RELATO DE LA SEMANA
LLEGADA INESPERADA
Es sábado, son las 5:00 pm la verdad no tengo nada que hacer, el hecho de estar desocupada pone mi mente activa, solo pienso en él, en sus ojos, sí que son hermosos, su mirada es como el fuego y solo incita al sexo desenfrenado, tanto fuego que quema, quema por dentro, es una sensación extraña pero excitante, como quisiera tenerlo a mi lado, besándome, acariciándome, haciéndome el amor apasionadamente con el desenfreno que solo él sabe desencadenar en mi ser.
Pensar en él me deprava y mi cuerpo comienza a reaccionar rápidamente, el ambiente está cálido y pesado, abro la ventana y un aire frio refresca mi cuerpo, llevo puesto solo un camisón blanco de seda, mis pechos tienen un tamaño que puede abarcarse con sus manos y están coronados con unos pezones color marrón oscuro que a la mas mínima sensación de frio o excitación se endurecen y están dispuestos a ser lamidos y recorridos por su lengua, a ser chupados por sus húmedos labios sensuales, y ser acariciados por sus manos fuertes y varoniles, ¡cómo te deseo!, ahora tengo dos grandes botones oscuros que se hacen notar a través de la seda y mi vagina comienza a mojarse lentamente, ya no aguanto más, caliente siempre caliente, llevo mis manos a mi boca deseosa de besos apasionados, mojo mis dedos y los coloco sobre mis pechos, mis pezones están erectos y firmes, parece que van a estallar, los acaricio suavemente, mojo mis dedos una vez mas y los acaricio nuevamente, el sudor baja hasta mi vientre plano y firme y por un acto reflejo mi vagina está completamente mojada, mis dedos se deslizan rápidamente hacia mi monte de venus perfectamente depilado y está suave como la seda de mi camisón, la brisa sopla libre por toda la habitación, se siente bien, imagino sus manos rodeando mis desnudas caderas y atrayéndolas a su cuerpo, me recuesto en la pared, su cuerpo presiona sobre el mío y su pene acusa un engrosamiento que se hace evidente a través de su pantalón, su presión en mi pubis me hace temblar apasionadamente, sus manos suben lentamente acariciando mi dorso y rodeando mis pechos tan fuerte que la sensación de excitación es casi insoportablemente placentera.
Me olvido de él por un instante y con mis dedos froto mi clítoris, levanto el capuchón que lo recubre y la fricción de mis dedos me descontrola hasta hacerme gemir de placer, ahh! que placer, mi clítoris se pone duro, lo siento hincharse y me estremece por completo, no aguanto más, rápidamente llevo los dedos a mis labios húmedos y deseosos de recibir su sexo, tiemblan al pasar mi lengua para remojarlos; los introduzco en mi vagina, la exploro lentamente, la sensación es imposible de contener y me hace gemir, al escuchar mis propios gemidos me excito mas, me mojo completamente, ya no puedo contenerme más, así que un grito se escapa de mi boca, mis piernas tiemblan y de mi entrepierna se deslizan gotas de sudor y liquido vaginal que me excitan aun mas, ¡cómo lo deseo!, cómo quisiera que me tomara salvajemente, y me introdujera su enorme pene a la fuerza dentro de mi vagina en un vaivén incontrolable hasta hacerme gritar que ya no más, ya no mas..
De repente oí abrirse la puerta y al girar la cabeza vi entrar al hombre más atractivo del mundo. Alto, blanco, con unos ojos azules impresionantes y una sonrisa encantadora, traía un jean ajustado y una camisa azul que destacaba su pecho ancho y velludo. Al ver su cuerpo solo podía sentir ese magnetismo sexual que solo él despertaba en mí. Al acercarme es evidente lo que está pasando, se había dado cuenta de mi excitación y mi deseo, pero ya no puedo hacer nada para disimular, me acerco sin fijarme que la blusa que llevo es traslúcida y deja ver todo mi cuerpo, marcándome claramente mis oscuros pezones, su mirada se fija directamente en mis senos, cosa que es imposible de evitar, me mira a los ojos, me toma por la cintura y sin mediar palabra descarga toda su pasión en un fuerte abrazo, a tal punto que sus brazos me asfixian, lentamente recorre mi cuello con su lengua y mientras cierra la puerta bruscamente, sus grandes manos acarician mi rostro y sus labios tocan los míos besándome suavemente saciando mis ganas de sexo, sentí como mi vagina se humedecía y contraía rápidamente como preparándose para una penetración inmediata y un escalofrío de deseo recorrer todo mi ser; la humedad entre mis piernas aumentaba cada vez mas.
Sin darnos cuenta estamos frente a la puerta del baño de la habitación, en un instante me toma entre sus brazos nuevamente y me eleva a su cintura, con mis piernas me aferro a sus caderas y siento como su pene erecto y grande presiona mi clítoris llegando a encajar en mi vulva, cuando me descarga, bajo mi mano y le empiezo a desabrochar su pantalón y mientras me besa me dice “es toda tuya”, entonces bajo lentamente su cremallera y por encima de su ropa interior inicio una suave masturbación pero él toma mi mano y la lleva directamente hacia su miembro, (su piel es suave), así que lo froto lentamente alternando con toqueteos en sus testículos, me agacho y comienzo a lamerlo, esta grueso y erecto como si fuera a reventar, rodeo con mi lengua su glande y lo introduzco en mi boca friccionándolo y lamiéndolo como si fuera el más rico helado de fresa, él solo contiene sus gemidos pero su respiración se hace rápida e incontrolable, así que comienza a emitir jadeos sin control.
Estábamos tan sumergidos en nuestras pasiones cuando de repente suena su celular, lo saco del bolsillo de su pantalón dispuesta a tirarlo, entonces con voz entrecortada me dice: debo contestar es de mi trabajo no debía demorarme solo quería pasar a saludarte, déjame contestar, por favor, se lo entrego y él contesta, es su jefa, mientras sostiene la conversación tratando de ser lo más elocuente posible con su mano empuja mi cabeza a que no pare y con más fuerza meto su miembro en mi garganta mientras mis manos tocan su hermoso trasero duro y blanco como la nieve, quiero que termine su llamada rápido, pero no lo hace, me desespero y voy directo a sus labios sin dejar de acariciar sus testículos con mi mano derecha mientras que con la izquierda me apoyo en su pecho, lo empujo con mas fuerza contra la pared, lo beso descontroladamente y él me corresponde de la misma manera, al tiempo que aleja el teléfono de su oído, cuando terminamos de besarnos me mira fijamente en silencio, sus pupilas solo reflejan esencia de fuego que enciende mi piel. Entonces, le dejo terminar su llamada y bajo mi lengua por su cuello, comienzo a desabrochar su camisa mientras beso su pecho hasta que cuelga; tira el teléfono junto con su camisa y me lleva hacia un rincón de la habitación, entonces lo tomo por la cintura mientras beso su estomago lampiño y firme como roca, lamo alrededor de su ombligo y bajo hasta su pene nuevamente para introducirlo en mi boca con tanta euforia que nuevamente comienzo a practicarle sexo oral, mis manos están en sus caderas, las suyas se apoyan en la pared por encima de mi cabeza, siento como su cuerpo comienza a temblar. Con su mano izquierda me toma por el cabello y me obliga a meter más su pene en mi garganta, sus gemidos son más fuertes, sus jadeos mas rápidos y su respiración se descontrola, sé que tiene que hacer un esfuerzo sobrehumano para controlar su eyaculación. Bruscamente me toma por los hombros y me levanta para abrazarme y besarme, toma mi pierna y la sube hasta su cintura e introduce su pene con fuerza en mi vagina y comienza un frenético vaivén que nos hacen gemir, y nuestros jadeos se convierten en uno solo.
Le suplico que aun no llegue y él comienza a disminuir el ritmo soltando mis labios, y se dispone a lamer mi cuello, su lengua húmeda y el roce sobre mi piel me hace estremecer, besa mis senos y los rodea con la lengua, luego introduce mi pezón en su boca y comienza a mordisquear y succionar, cuando sus manos llegan a mi entrepierna no pude reprimir un estremecimiento de placer, mientras mi vagina seguía desprendiendo jugos, que hasta este punto resbalaban hasta mis rodillas, moja sus dedos en mi boca y los lleva directamente a mi vagina, siento como se introducen fácilmente, después de explorarla un poco, se arrodilla frente a mí y con su lengua dibuja el contorno de mis labios vaginales atrapando todos mis fluidos, luego pasa a los labios menores y la va metiendo poco a poco, mientras sus dedos ayudan a abrirla todavía más dándome grandes lengüetadas que van atrapando mi clítoris, en segundos me retuerzo de placer y sin querer mis piernas atrapan con fuerza su cabeza para que no se detenga, pero lo hace, se quita el resto de su ropa, toma mi mano y en un instante su cuerpo excelso se derrama de pasión sobre mi cuerpo desmayado sobre la cama penetrándome de un solo golpe al mismo tiempo que su boca besaba la mía y su lengua invadía mi garganta hasta el fondo.
Mi vagina se contrajo al sentir su pene dentro de mí, apretándolo en un movimiento involuntario al recibir sus vigorosos empujones, dándome un placer intenso, al mismo tiempo que sentía su cuerpo sudoroso sobre el mío, apretándome los pechos y sus manos atando las mías como animal sobre su presa.
Levante mis piernas, apretando sus nalgas con mis tobillos, apresando su pene mas profundamente dentro de mí. Los temblores previos al orgasmo comenzaron a invadir mi cuerpo, involuntariamente mis piernas no le soltaban para impedir que su pene saliera.
Al sentir como mi cuerpo se estremecía bajo el suyo, aceleró sus movimientos haciéndose más rápidos y más profundos hasta que se derramó y un gran gemido estalló en mis oídos, sentía su semen muy caliente y como su pene pulsaba dentro de mí, la excitación me llevó al límite y sin querer arañé su espalda, el solo se aferró a mí con más fuerza y solo nos quedamos quietos, en silencio abrazados.
Cuando se incorporó se levantó de la cama dirigiéndose al cuarto de baño para ducharse, yo solo quería dormir. Se arregla y se dispone a ir nuevamente al trabajo, al verme tan somnolienta solo me da un beso abrasador y se marcha con un te quiero.
Gabriella Paz
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EL PRIMER VIBRADOR
¿Cómo surgió el primer vibrador? Hoy te descubrimos la historia de estos aparatos cuyo origen es más médico que lúdico. A finales del siglo XIX, la histeria femenina era un diagnóstico habitual en mujeres que padecían diversos síntomas, como desfallecimientos, espasmos musculares, irritabilidad, pérdida de apetito...
Como se determinó que estos eran los síntomas de mujeres que no llegaban al orgasmo, los doctores de la época las trataban masturbándolas. De esta forma, el médico las estimulaba hasta que llegaban al orgasmo, llamado en aquel entonces paroxismo histérico. En 1880, un doctor inglés, probablemente cansado de este tratamiento, decidió inventar el primer vibrador.
En un primer momento, se estimulaba a las mujeres con el vibrador en la consulta del médico, incluso en presencia de sus maridos o madres. Pero, al final, se acabaría extendiendo su uso doméstico, para permitir un poco más de intimidad en ese momento tan personal.
Una de las cosas que más llaman la atención de la época, es la naturalidad con la que se trataba el orgasmo femenino. Había numerosos carteles de hombres masturbando a mujeres o anuncios que reflejaban la importancia del vibrador y que incluso se publicitaban en los periódicos.
¿Y esto por qué sucedía? Pues se consideraba que los vibradores tenían un efecto terapéutico. Y de hecho, lo tienen. El uso del vibrador provoca un aumento de sensibilidad en la zona genital y, por supuesto, nos hace disfrutar muchísimo. Además, es una experiencia que puede enriquecer también las relaciones de pareja. Por lo tanto, la naturalidad con la que las mujeres del S.XIX trataban este tema, debería ser todo un ejemplo a seguir.